Mira en tu ventana. La calle está llena de gente a la que no conoces, y te preguntas por sus vidas... no eres como ellos, la vida te ha enseñado a no juzgar lo desconocido. Hoy no quieres salir al mundo, te vuelves a tu planeta, hoy prefieres quedarte en Saturno.
Ellos dicen que eres bueno, listo o prepotente, un loco, adorable y educado, de trabajador pecas de empollón, egoísta, adulador, un pringao, sociable, sencillamente genial, chic, snob, pedante, sensible, enfadica, manipulador, divertido e infantil... Sin decirlo te quieren, envidian o detestan, a veces, y esto es lo mejor, te odian o adoran sin ni siquiera haber tratado... Creen que te conocen porque comparten horas contigo, pero incluso tú te desconoces en días y dudas seriamente que alguien más sepa de ti.
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Definitivamente, hoy me quedaré en Saturno... aquí sobran los juicios, yo creo que es lo de siempre: el consumismo, (sí el consumismo) ese arte inculcado aún cuando yacemos en la cuna: ver, elegir, juzgar y comprar, la mecánica es tan simple que a menudo se extrapola al ser humano. Aquí no lo entienden y cuando ven a un hombre lo miran como animal y lo admiran como racional, no abren escaparates figurados donde encuadrar sujetos en marcos preestablecidos. Cuando hace unas semanas escuché que las relaciones sociales partían, en gran parte, de intereses económicos futuros, decidí que había llegado la hora de refugiarme en otro planeta del sistema solar.
Hace unos meses comencé a escribir un blog, el 17 de octubre con Pájaros en la cabeza, terminaba preguntándome porqué diente de león y no las bobadas de Jesús... quizás es por su sencillez o su delicadeza, quizás por la fuerza del que también es diente del rey de la selva, la naturaleza que como planta expresa... hoy pienso que es lo que añoro y busco del hombre, que encuentro en las palabras y en la tierra.
(...)
Te alejas de la ventana y te topas con esa caja de zapatos vacía que antes tanto te satisfacía, llenando tus horas de montones de nada... Te cansa la televisión, las pobres tertulias políticas deprimirían (si no matarían) a los grandes reformistas de la historia, desde la revolución francesa, pasando por los descolonizadores y los nacionalistas, a los conquistadores de la democracia... se habla sin saber, nos recreamos en la basura.
Escuchas a uno de tus grupos favoritos, La casa azul, el tema del disco "Tan simple como el amor" estilo indie-pop setentero, deja una estrofa que llena tu corazón:
soy un trozo de algodón que siempre se empapa y pierde la razón
Qué verdad es, y qué razón lleva Guille cuando escribe ésta y tantas letras... Brilla el sol en la calle, qué te importa lo demás. Sales de casa, vuelves al planeta Tierra.
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